Por Sergio Trochez
FU 4 de Julio
Las ciudades se han convertido poco a poco en la otra cara olvidada del conflicto que vive Colombia desde el siglo pasado. Varios estudios han evidenciado que, a lo largo de más de 50 años, alrededor de 7 millones de desplazados víctimas del conflicto y el despojo de tierras en el Campo y la extinción de la vida campesina, han engrosado los llamados “cinturones de miseria” que rodean las ciudades colombianas. Se trata de verdaderos “guettos” donde el Estado y las cámaras de televisión no llegan, donde reina la violencia, la miseria y la exclusión.
En el actual cese al fuego nacional y temporal en el proceso de diálogos con el ELN, cabe pensar ¿cómo llevar la paz y los “alivios humanitarios” a las ciudades? Lo que implica prevenir el ataque a los líderes sociales, el tratamiento violento a la protesta social y la criminalización de la pobreza. Sin embargo, existen grandes obstáculos a enfrentar.
Situación humanitaria en las ciudades
Al igual que el campo colombiano, uno de los problemas estructurales que sufren las ciudades es la ausencia del Estado, a partir de esta situación se desprenden una serie de conflictos que evidencian que la guerra también se vive en calles y barrios. La ausencia del Estado se ha reflejado históricamente en la falta de derechos básicos para la población de las periferias, en lo que se refiere al acceso a un empleo digno, educación, salud y vivienda, subsistiendo debajo de la línea de pobreza. Según el último informe de UN hábitat “América Latina es la región más desigual del mundo; los países de peor desempeño fueron Colombia, Costa Rica y Ecuador, y la ciudad de Colombia con una mayor distancia entre el 10 por ciento más rico y el 10 por ciento más pobre fue Medellín” [1]. Se puede decir que cada ciudad tiene dos caras, la de las elites: privada para consumo de una minoría, con centros comerciales, parques y zonas exclusivas; mientras que los barrios populares y asentamientos ilegales sobreviven las grandes mayorías de la población.
El anterior modelo de ciudad, es el de una ciudad capitalista en la era del neoliberalismo, pero además, la ciudad colombiana viene sufriendo algunos problemas particulares. El conflicto armado y el narcotráfico son determinantes en la vida de los pobladores, a través de bandas locales que vienen funcionando como franquicias de grandes mafias nacionales e internacionales como el ahora llamado Clan del Golfo o Urabeños, Águilas Negras, la terraza o la oficina de Envigado y otras bandas locales, todas herederas de las AUC. En los últimos años el llamado Clan del Golfo viene expandiéndose desde Urabá, a ciudades como Medellín, Cali y Buenaventura enfrentando a otras bandas o anexionándolas en un proceso de confederación similar al que llevó a la creación de las AUC.
El negocio principal es el narcotráfico derivado en micro tráfico, cobro de extorsiones y otro tipo delitos; el gran poder económico ha llevado a penetrar las instituciones locales y tener ejercito fuertemente armado, con el objetivo de controlar el territorio y su población. La actuación de estos grupos en las principales ciudades ha llevado a una difícil situación humanitaria con asesinatos, reclutamiento, vacunas, y fronteras invisibles.
En el distrito de Aguablanca en Cali donde se calcula que vive el 30 por ciento de los casi 3 millones de habitantes que tiene la ciudad, sus comunas figuran entre las más violentas, existiendo 3000 jóvenes involucrados en 150 pandillas al servicio de la mafia. Esto ha llevado a cientos de muertes al año y que los jóvenes que ahí viven, pierdan la vida antes de los 20 años. [2]
La localidad de Ciudad Bolívar de Bogotá, presenta similares problemas donde resalta el fenómeno de la mal llamada “limpieza social”, que oculta de fondo el fascismo y la criminalización de la pobreza, bajo el amparo de las instituciones del Estado. Se dice que han sido asesinadas por lo menos 5.000 personas desde los años 80, recientemente en Bogotá se registraron 189 casos con 346 homicidios producto de esta modalidad, con un 28 % de casos en Ciudad Bolívar. [3]
Medellín presenta por igual altos niveles de violencia, es además una de las ciudades más desiguales de Colombia, a pesar de ser catalogada como “ciudad innovadora”. Es el resultado de la penetración del paramilitarismo desde finales de los años noventa, en una amalgama de carteles del narcotráfico y elites locales quienes además penetraron las instituciones Estatales. A pesar de las “desmovilización” de las AUC, hoy Medellín es un bastión y el mejor ejemplo de cómo funciona hoy la simbiosis de exclusión social, narcotráfico y paramilitarismo. Se dice que Los herederos del paramilitarismo en Medellín mueven más o menos 40 mil millones de pesos (casi 14 millones de dólares) mensualmente. “¿Cómo están moviendo estos 40 mil millones de pesos? Ya lo sabemos: Por el sistema financiero; Bancolombia, Grupo Aval, Davivienda”, dice el investigador Yami Vallejo de Kavilando [4] de esta manera es se articula los negocios ilícitos con la ciudad capitalista, y al mismo tiempo el crimen organizado y las elites regionales.
No solamente las ciudades más grandes de Colombia vienen sufriendo los vejámenes del conflicto y el abandono estatal, pequeñas cabeceras y municipios como Buenaventura, Tumaco, Quibdo, vienen presentando los mismos problemas al convertirse en centros estratégicos en los corredores del narcotráfico, afectando totalmente la vida de sus pobladores. Los cuales abandonan su territorios, costumbres y tradiciones para ser empleados y victimas en la gigantesca industria del narcotráfico.
Retos para la paz en las ciudades
Volviendo a los alivios humanitarios que pretendemos llevar a cabo y pensando en la paz en la ciudad, se puede concluir algunos elementos:
La presencia de bandas delincuenciales al servicio de grandes carteles, con un importante poder económico y control territorial, se constituyen en claros obstáculos para la movilización y la organización social; además del micro-tráfico y otros negocios ilícitos, estas ofrecen servicios contra-insurgentes y paramilitares, funcionales a los intereses del gran capital. Al ser caracterizadas como solamente “bandas criminales”, el Estado no reconoce el móvil político en los asesinatos a líderes sociales, y solo los cataloga como delincuencia común.
Raul Zibechi plantea que: “las regiones dominadas por los paramilitares, la guerra continúa pero con otros actores, como las pandillas que actúan sobre el legado de miedo dejado por la violencia, usando métodos muy similares…imponiendo orden patriarcal, racista, capaz de regular los mínimos intersticios de la vida cotidiana” [5]
El territorio es el principal objetivo, por lo que la población es la principal afectada. Recientemente vienen aumentando los asesinatos de líderes comunales y dirigentes de Junas de Acción Comunal, como lo manifestaron el pasado 12 de noviembre en una jornada nacional de protesta y movilización en rechazo de los crímenes contra líderes comunales y sociales. Finalmente, no se puede ignorar, que los que vienen engrosando las cifras de violencia, tanto directa o indirectamente es la población joven. Las cifras dicen en cuanto a el desempleo: para los jóvenes de la capital, es el más alto que el promedio de la ciudad (15,1 frente a 9,3) y la informalidad, es decir empleo de baja calidad, supera el 24 %.; en cuanto a la educación 4 de cada 10 jóvenes no logran ingresar a la universidad, y cerca del 42 % de los que terminan el bachillerato no pueden entrar al año siguiente a formación técnica, tecnológica o profesional; mientras que el Dane ha establecido que un universitario puede tardar hasta siete meses en conseguir un empleo. [6]
Casos como el embarazo temprano: cuando llegan a los 20 años, el 25 % de las mujeres han estado embarazadas al menos una vez. El 11 % quedó encinta antes de los 14 años y el 14 % entre los 15 y los 19. Son jóvenes las principales víctimas de homicidio (entre el 30% y 40%) [7]
El aumento de la delincuencia, la drogadicción y la prostitución significa que estamos en una sociedad y unas ciudades que tienen grandes deudas con sus niños y jóvenes, la falta de oportunidades, educación, empleo son las principales causas estructurales para poder hacerle frente a este inmenso problema que vive el país de las ciudades actualmente. [8]
2 http://www.semana.com/nacion/articulo/el-desafio-del-distrito-aguablanca/345780-3
5 https://www.desdeabajo.info/colombia/31900-brujas-perras-y-narcoparamilitares.html
6 http://www.eltiempo.com/bogota/deudas-de-las-ciudades-en-politicas-para-los-jovenes-119198
7 Ibid.
8 Ibid.