Entrando a la última semana de Agosto y faltando 10 días para el arribo del Papa Francisco a tierras colombianas, ratificamos nuestra disposición y decisión a seguir buscando en la Mesa de conversaciones, el acuerdo para un cese al fuego bilateral temporal.
Lograr un cese de los enfrentamientos entre las tropas del gobierno y las guerrillas del ELN, así sea de carácter temporal, de por sí generará, de manera inmediata, beneficios humanitarios para aquellos territorios en donde las acciones militares de parte y parte, se viven con mayor intensidad.
Pero a la vez el cese bilateral ha de tener un efecto más amplio, en la medida en que este reduzca las afecciones, que hoy genera el conflicto. Por tanto, el cese ha de estar acompañado de medidas de cada parte, tendientes a generar unos alivios humanitarios, que beneficien directamente a la población.
De nuestra parte estamos en disposición de contribuir de manera activa a éste cese y a suspender temporalmente distintas acciones, propias de la guerra de guerrillas y de una fuerza insurgente, como es nuestro caso.
A la vez, en el acuerdo para el cese, el gobierno ha de tomar medidas efectivas y concretas, así sean de carácter temporal, tendientes a actuar de manera efectiva y real frente al genocidio en curso contra dirigentes sociales y de izquierda, contra la expansión paramilitar y frenar la persecución a la dirigencia social. Estas medidas, de hacerse efectivas, conllevarían a que el cese incorporase alivios humanitarios concretos para amplios sectores de la población, afectados por la acción paramilitar y la violencia de sectores extremos de las clases dominantes.
Este cese que estamos buscando acordar, ha de tener las características y especificidades propias del momento inicial en que se encuentra la Mesa de Quito. Éste no sería un cese del fin del proceso de negociación, cuando se logre un acuerdo de paz. Éste sería un cese temporal, experimental, de los momentos iniciales del proceso, jalonado por un hecho tan importante, como es la visita de su Santidad el Papa Francisco Primero.
Además de los alivios humanitarios, lo concreto de este cese, será la suspensión de las acciones ofensivas entre las dos partes, es decir la suspensión mutua de los ataques. Para ello se requiere de la voluntad de las dos partes, además de unos compromisos y reglas, y de una veeduría para prevenir y verificar incidentes, que puedan ocurrir.