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Cada vez es más evidente para los diferentes sectores de la opinión, la responsabilidad de la oligarquía colombiana en la desestabilización y los golpes de estado en Venezuela. Desde tiempos de Uribe Velez, la clase política tradicional ha estado dedicada a promocionar y proteger al únisono a los golpistas y escuálidos de todas las pelambres, en sus inicios sin reconocerlo y a medida que pasaron los años promoviéndolo abiertamente. Es tan cierto, que no caben más «asilados» de la extrema derecha golpista en nuestro país, desde Carmona hasta Ortega.

La oligarquía colombiana ha venido siendo un actor más de la realidad venezolana, son innumerables los episodios de injerencia como bastión del imperialismo estadounidense. No se puede olvidar la imagen en la que Uribe Velez daba cátedra a los políticos escualidos, cual conferencia, para desestabilizar el gobierno vecino y se lamentaba de la incapacidad para derrocar a Chavez; o si preferimos, las declaraciones recientes de Santos respaldando una posible intervención en el vecindario. Pero quizá es el gobierno de Duque el que más protagonismo ha tenido en términos de promoción antidemocrática, con las declaraciones recientes de sus embajadores en EEUU y la OEA (Francisco Santos y Alejandro Ordoñez), auspiciando una intervención militar exterior para derrocar el gobierno electo de Nicolás Maduro.

Estas declaraciones las han acompañado, en los distintos momentos de acciones golpistas y de provocación concretas: la promoción de guarimbas y pistoleros para asesinar población indiscriminadamente en las calles de las poblaciones fronterizas; promoción y complicidad con las mafias de la gasolina, el contrabando y el narcotráfico que predominan en los departamentos fronterizos desde la Guajira hasta el Vichada; y la más reciente y paradójica denuncia interpuesta por Colombia y otros países ante la Corte Penal Internacional por violaciones de lesa humanidad en Venezuela, siendo justamente nuestro país el responsable de los «Falsos Positivos» y el terrorismo de Estado en las últimas décadas.

Los medios de comunicación oligárquicos han estado involucrados desde el inicio con las intenciones y acciones del imperialismo contra Venezuela, han contribuido a crear una opinión interna desfavorable a sus gobiernos y han encubierto las verdaderas razones de la situación política de ese país. Son un miembro activo en la mesa donde se definen las acciones antipopulares y, desde los primeros intentos de golpe contra el hermano país en el 2002, agitan la guerra con desinformación, mentira y protección de la oposición golpista.

Gobiernos y medios de comunicación como funcionarios de la guerra imperialista, adelantan hace varios años una ofensiva utilizando diferentes medios contra los gobiernos electos de Caracas. El turno de Duque en la actual coyuntura coincide con endurecer el discurso en los grandes medios y en los espacios públicos, sin cambiar de estrategia, hasta el momento fallida: promover el golpe de estado, auspiciar las mafias y el narcoparamilitarismo, y desestabilizar el gobierno de turno, antes Chavez ahora Maduro, gobiernos elegidos democráticamente, soberanos e independientes del país del norte.


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