¿Plan para el cambio?
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Editorial Revista Insurrección Nº 884

Comando Central (COCE)

El Plan Nacional de Desarrollo llega después de 51 precipitados diálogos regionales tan masivos que no siempre fueron diálogos y de 33 audiencias similares, con un costo de 1.154 billones de Pesos, cargados a un presupuesto que sigue dependiendo del petróleo y del extractivismo.

En este Plan la Colombia ‘Potencia mundial de la vida’ es concebida de una forma diferente a lo habitual. Si bien se ve un enfoque territorial, la importancia de lo étnico o la articulación de la paz y la tierra alrededor del eje del agua; sin embargo, no toca las estructuras porque en su diagnóstico del país rehuye esa discusión; la visión del conflicto se expresa en la relación entre violencia y narcotráfico, sin hacer una distinción de las causas estructurales que mueven la fracasada Guerra contra las drogas.

No aparece el Estado como actor fundamental de las violencias estructurales que sufren las colombianas y colombianos desde hace siglos. La referencia de la paz para el Plan del Gobierno es el Acuerdo con las extintas Farc, ignorando que los factores que perpetúan el conflicto social, político y armado van más allá de ese Acuerdo y que, hasta que no se aborden las causas estructurales, nada cambiará en barrios, veredas y corazones golpeados por la injusticia y el despojo.

El  Plan Nacional de Desarrollo  no analiza la imprescindible reforma del modelo económico o de la Doctrina de Seguridad, ambas generadoras de violencia y negadoras del mal denominado desarrollo, publicitado como sostenible, lo que no deja de ser una contradicción. En vez de planes de desarrollo, deberían llamarse Planes de Vida, donde prime lo social, lo participativo, la equidad, lo justo. Mientras tanto habrá tensión permanente entre desarrollo entendido como autonomía individual y crecimiento económico capitalista, de un lado, y la vida que se construye con derechos humanos y la justicia social y ambiental, por otro.

En Colombia, con este Plan y sin un modelo propio para la vida, se está viviendo una metamorfosis del concepto. Petro pinta un desarrollo verde, con una metodología participativa y democrática, al servicio de lo que denominan Paz Total, pero dotándose de amplios poderes excepcionales, donde el Estado Profundo sigue ejecutando y controlando para que todo continúe igual, esa es la amenaza que se siente en las pujas políticas, que se libran en el Congreso e inclusive dentro de las coaliciones políticas.

Revista completa: https://eln-voces.net/insurreccion-884/


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