
Por: Salvador Martínez, corresponsal de Antorcha Estéreo.
La alcaldía de Bucaramanga, en cabeza del alcalde Jaime Andrés Beltrán, a través de su secretaría de desarrollo social y policía, han puesto en funcionamiento desde finales del mes de abril planes para la atención de los habitantes en condición de calle en la ciudad bonita.
Por un lado, el funcionamiento de la ‘casa transitoria’ para la atención de 30 habitantes en condición de indigencia y extrema vulnerabilidad, ubicada en la carrera 15 con calle 22. Por otro lado, la alcaldía de Bucaramanga, en articulación con la policía metropolitana, puso en marcha el plan amanecer seguro, que no es otra cosa más que levantar cambuches, represión y ofrecer comida.
Medidas que para los bumangueses consideran que son insuficientes, que no se compadece al problema estructural que cada día crece en la ciudad y por lo tanto, no soluciona para nada la amenazante miseria que acosa la ciudad.
La verdad, es que la presencia de personas en situación de calle se ha convertido desde tiempo atrás en un escenario normalizado en Bucaramanga y su área metropolitana. Ellos, se ven deambular por las calles, soportando infinidades de situaciones infrahumanas: improvisando dormitorios con cartones y costales en las aceras, buscando en los basureros, frente a la mirada indolente y acusadora de las autoridades. En barrios como: Cabecera, Sotomayor, Mejoras Públicas, San Alonso, San Francisco, Centro, Alarcón, La Universidad, Galán Y Quinta Dania.
Se estima que más de 1.200 personas se encuentran señalados como habitantes de calles y son las mismas estadísticas oficiales publicadas por el ministerio de salud y protección social las que advierten que Bucaramanga tiene la tercera tasa más alta de habitantes de calle en el país.
Hay que ver, que sobre la población de los habitantes en situación de calle existen dos censos; uno, el que realizó el DANE y dio cuenta de mil personas y el que empleó la alcaldía de Bucaramanga el año pasado, que contabilizó a 800 personas en esta condición, porque de lo que se trata es de maquillar dichos datos a la opinión pública. Lo cierto es que, en la percepción de la comunidad, tiene la preocupación que esta población en condición de indigencia y extrema vulnerabilidad, a diario está creciendo.
Por otro lado, el señor alcalde estigmatiza la población en condición de calle colocándolos como el enemigo, cuando es señalado como un sector antiestético para la “ciudad bonita”, que estorban en el espacio público, arrojan excrementos, que su presencia es un problema de inseguridad urbana y los responsabilizan del problema del microtráfico y no lo considera como un drama social producto de la desigualdad y exclusión social que vive la ciudad.
Todo esto se da, como resultante de la aplicación de políticas públicas de los diferentes gobiernos locales, que no han obedecido a brindar bienestar general, sino que esta en función de engrosar las economías de los sectores privados existentes en la ciudad.
Además, este es un sector de la población con alto grado de vulnerabilidad y hoy sus vidas corren un gran riesgo, puesto que están expuestos a elevados niveles de violencia policial y asesinatos. No más, recordemos que el año pasado resultaron asesinados 11 personas en condición de calles.
Olvida el señor alcalde, que según la corte constitucional, refiriéndose a la población en condición de calle, que son las alcaldías las responsables de velar por sus derechos fundamentales: vida digna, dignidad humana, salud, educación y vivienda y no con pañitos de agua tibia como para salir del paso.