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Por: Maria Camila Torres,  corresponsal de Antorcha Estéreo.

En la tarde del pasado 6 de octubre, el Tribunal Superior de Bogotá, en cabeza del magistrado Carlos Andrés Guzmán, anunció la decisión de la no preclusión del Caso Uribe. En la audiencia se espera que se comunique la orden de seguir con el caso, para pasar a una etapa de juicio contra el expresidente Álvaro Uribe Vélez, con el objetivo de que responda por manipulación de testigos y fraude procesal, delitos que le fueron imputados por la Corte Suprema de Justicia. Pues en el marco de este caso, la jueza 42 penal del circuito de Bogotá negó la solicitud de la Fiscalía de cerrar el proceso antes del juicio. Es la primera vez que un proceso como este llega a un exmandatario del país.

En el marco de este proceso, Uribe renunció al senado solo para que su caso no lo tomara la Corte Suprema de Justicia sino la Fiscalía. Y ¿qué sucedió? la fiscalía y la procuraduría solicitó preclusión del caso, es decir, solicitaron el cierre del caso; pero no lo han logrado. A pesar que ha intentado comprar las instituciones gubernamentales, asesinar sus testigos y manipularlos, creyendo que tiene el mismo poder de hace dos décadas atrás, pero se equivocó… el país se ha despertado y en diferentes ciudades el pueblo se ha declarado antiurbista.

Además, en febrero de este año, el medio de comunicación Cuestión Pública había publicado pruebas sobre los argumentos para precluir este caso y reveló que Juan Guillermo Monsalve, figuraba en la nómina de las Autodefensas Campesinas de Córdoba y Urabá, y la fiscalía de Barbosa lo pasó por alto. Como también por este medio de comunicación se tienen pruebas de las comunicaciones entre la mano derecha de Carlos Castaño y Juan Guillermo Monsalve que corresponderían al pago de la masacre del Aro. Dentro del caso está todo lo sucedido con los testimonios de Monsalve y cómo fue manipulado por medio de Diego Cadena, abogado del paramilitar Uribe.

El matarife ha esquivado la justicia por décadas mientras sigue reproduciendo su veneno fascista y genocida contra el pueblo. Su política de seguridad democrática nos ha costado a los y las colombianas 6.402 falsos positivos registrados. Mientras se ha burlado y justificado su política sanguinaria por una supuesta defensa del pueblo. Esta política de seguridad democrática se ha desmantelado, con testimonios como los recogidos por la Jurisdicción Especial para la Paz, madres y familias que se han negado a olvidar, víctimas de los falsos positivos… todo por méritos manchados de sangre. Y mientras las familias lloran sus hijos, el matarife está descansando, sin que le corra sangre por la cara.

A todo esto, el paraco ha expresado que supuestamente ha defendido su reputación y que no conoce ni los fiscales ni los procuradores que han solicitado que se cierre su caso. Afirmando que la justicia está en su contra por no conocerle, que solo es por defender las víctimas, por querer dizque mancharle su buen nombre. Pero ahora se está más cerca a la justicia, el paraco ha pasado de denunciante a acusado. Y aunque ya se han tenido dos intentos de cerrar el caso, no se llevará hacia la impunidad.

El paramilitarismo es un veneno que ha llegado a todas las esferas de la sociedad colombiana. La cultura paramilitar ha generado graves daños en el tejido social y en la construcción de transformaciones que erradiquen esta dinámica genocida.

Será necesario seguir luchando por la justicia y la verdad, porque a pesar que se esté más cerca de un juicio contra el matarife, no es justo con las víctimas que Álvaro Uribe Vélez sea señalado y acusado solo por manipulación de testigos cuando en realidad él dio la orden, él es el principal responsable de que hoy las familias de más de 6.000 falsos positivos sigan luchando en la búsqueda de sus cuerpos, de la verdad y de la justicia. Uribe tendrá que pagar por todos sus crímenes y en especial, el pueblo colombiano tendrá que enfrentar desde todos los frentes hasta el electoral el uribismo expresado en partidos políticos como el Centro Democrático. Esto solo será el comienzo de una lucha que se sigue enfrentando en el territorio colombiano y que como Ejercito de Liberación Nacional hemos luchado por erradicar.


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