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Antonio García, Primer Comandante del ELN

Cuando los poderosos del mundo, países y gobernantes, dicen y hacen lo que les da la gana, es porque algo raro o delicado está por venir o por pasar.

Es cotidiano que Trump diga cosas fuera de la realidad y de las proyecciones que hace la ciencia, que por su esencia no «juega a los dados». Es cuando el poder se imagina que sus palabras pueden construir realidad. Claro, no la realidad objetiva, sino infundir temor a punta de amenazas, chantajes y agresiones para que sus privilegios se mantengan.

Destruir a punta de bombas y misiles pequeñas embarcaciones en el Caribe diciendo que ataca narcotraficantes, cuando se habría podido interceptarlas, reducir las personas y mostrar los motivos de dichos viajes, algo elemental y de sentido común. Pero cuando se dicen mentiras se actúa para ocultar verdades, y es evidente que su interés no es otro que generar zozobra en la región.

Igual hace Netanyahu, dice que no está matando de hambre a la población en Gaza y que además no hay genocidio. Le creerán los sionistas y la extrema derecha internacional, pero la mayoría del mundo lo condena.

Es un sarcasmo abierto que estos dos tipos, Trump y Netanyahu, hayan hablado con toda desfachatez en la Asamblea de la ONU, defendiendo los crímenes y violaciones a la legislación internacional y no haya institución internacional capaz de parar tales barbaridades. Se ha retado a la humanidad entera y por eso las voces y acciones de condena crecen en el mundo, así como también la valentía para hacerse presentes con ayuda humanitaria en Gaza.

Llega el momento en que el miedo se pierde, por cuanto ya no hay nada que perder, es cuando a los poderosos la historia les pasa factura y a los sarcasmos les ha llegado la hora de los hornos.


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