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Al conmemorar 90 años de su natalicio y 53 años después de la caída en combate del Comandante Camilo Torres, hay miles de Camilos prontos a combatir.

Para rememorar o resaltar la vigencia de cualquier pensamiento u obra, es preciso hacerlo desde el presente, parados en la realidad. Por tanto, la vigencia de Camilo Torres es también pensar en la vigencia del proyecto revolucionario tanto en Colombia como en Nuestra América y en la complejidad del momento histórico que atravesamos. Los problemas estructurales y las injusticias para el pueblo colombiano perviven aún, incluso se han agudizado y naturalizado; pero también, hombres y mujeres siguen en resistencia, lucha y rebeldía en los campos y ciudades del país.

No es objeto realizar un profundo contexto de lo que hoy es nuestro país, sin embargo es para muchos conocido el estado de crisis y alarma actual que atravesamos, y donde la praxis de Camilo Torres sigue siendo valiosa para su comprensión. Hoy con los de gobiernos de extrema derecha y desmonte de gobiernos democráticos, trae consigo el secuestro de las posibilidades de solución política al conflicto y de una paz con cambios. Es así como se impone de nuevo la traición, la perfidia y la guerra contra los pueblos con la militarización de sus territorios en alianza con la mafia y el combustible guerrerista de la “guerra anti-drogas” dirigida desde Washington. El genocidio sigue su curso con el evidente exterminio de lideres sociales y opositores políticos, también lo hacen con la represión a la protesta social y la persecución a las organizaciones populares y de izquierda.

Ante el incremento de la ingobernabilidad y la falta de legitimidad del régimen, éste no solamente activa el fascismo como estrategia común en la historia para defender el capitalismo, sino, paralelamente y de manera cínica insiste en ser un régimen democrático al mostrarse como un gobierno de centro, moderno y técnico. Este “nuevo” ingrediente tiene el objetivo de dividir, confundir o engañar a sectores opositores en un intento de sofocar cualquier posibilidad de cambio político real y contrario a la oligarquía, esfuerzo en el cual participan todo el establecimiento con el apoyo de los medios de comunicación y corrientes de opinión.

¿Qué significa Camilo Hoy?

La praxis de Camilo es radical, en el sentido de que nunca pretende renunciar o ceder en sus principios e ideas. Por lo tanto Camilo Torres hoy significa radicalizar la lucha y la rebeldía, radicalizar la conciencia y el sentir, y radicalizar la acción y la organización, todo con el objetivo también radical, de que “el pueblo tenga el poder” algo que hasta algunos sectores “alternativos” les produce temor pronunciar, al igual que pensar en el socialismo.

El aporte de Camilo también se inscribe en todo el movimiento de liberación nacional, antimperialista y anticolonialista que tuvo lugar en la década del sesenta. Junto a la Revolución Cubana, el Che, Fidel y los pueblos del continente, Camilo también aportó al rompimiento con las doctrinas y dogmas en la cual se había convertido la teoría revolucionaria con la hegemonía Soviética y la izquierda tradicional.

Al igual que el Che Guevara y los revolucionarios cubanos, Camilo también consideró la importancia de una coherencia entre sentir, pensar y hacer, entre la teoría y la ética revolucionaria. Encontró que el cristianismo en sus principios y orígenes contenía un potencial ético y revolucionario, mas aún en un continente en el que la religión había determinado gran parte de la cultura y la subjetividad de los pueblos. Este valor que le conceden a la cultura y a las “condiciones subjetivas” donde los cambios revolucionarios también deben partir y ser apropiados desde la conciencia de los pueblos, con nuevos valores como el amor eficaz, con el fin de tener un hombre y mujer nuevas, pilares de una nueva sociedad. Evidentemente lo anterior contrastaba con los dogmas etapistas, economisistas de los soviéticos que negaban las posibilidades de revolución en los países del “tercer mundo” y justificaban el pacto con la burguesía y el imperialismo, todo esto al sobrevalorar las “condiciones objetivas” por encima de las subjetivas, la conciencia revolucionaria y combatividad de los pueblos.

El pensamiento crítico hacia las viejas tesis de la izquierda internacional no se quedo ahí, fue mas allá y obligó a los pueblos y los revolucionarios a pensar por ellos mismos, con su propio criterio. Como sociólogo pero también como líder popular en barrios y veredas de Colombia, Camilo desarrolló junto a Fals Borda la investigación para la acción (IAP) como una forma de dotar, formar y empoderar a las comunidades con técnicas para adquirir conocimiento de su realidad y sus problemas. Así, una vez mas el cura revolucionario rompía con el monopolio excluyente de parte de la academia llevando el conocimiento y la investigación mas allá de los claustros y facultades.

Como en cualquier época revolucionaria, Camilo sabía que tenía que actuar, y que no bastaba con entender la realidad, en la pura abstracción o en la pura teoría, en un café o en una biblioteca, sino, que su ética lo obligaba a actuar, a transformar, a la acción. La acción política de Camilo se materializó en el movimiento del Frente Unido, en el intercambio con organizaciones revolucionarias y de izquierda, pero sobre todo su mensaje a las bases, a los pueblos de campesinos, obreros, estudiantes, y toda la diversidad que componen los explotados y sometidos por la oligarquía, a la que llamó clase popular. Debe rescatarse su papel de intelectual orgánico junto a un importante número de aportantes en la creación del periódico del F.U como una herramienta pedagógica y comunicativa al servicio de la revolución y la lucha popular.

Sin vacilaciones Camilo dejó claro que el mayor problema radicaba en quién tenía el poder y que la oligarquía en su avaricia gobernaba para sus intereses. Por lo tanto, para que el pueblo solucionara sus enormes necesidades no le quedaba otra opción mas que tomarse el poder, sin ningún intermediario. El F.U nos deja la radicalidad de llevar a cabo las ideas y principios hasta las últimas consecuencias con ética y coherencia. Esto obliga a llevar la lucha a mayores niveles de combatividad, conciencia y organización, entendiendo que históricamente nos enfrentamos a un imperialismo y una oligarquía violenta, mafiosa y sin escrúpulos que no duda en usar todas las capacidades del establecimiento para sofocar la rebelión popular. En este sentido, Camilo y el F.U tuvieron claro que solamente un movimiento revolucionario de rebeldía y la lucha callejera serían la salvación del pueblo y harían temblar a las clases dominantes del país. Mas tarde, sus ideas y la realidad misma lo llevarían a levantarse en armas como un guerrillero eleno.

Finalmente, la unidad que impulsó Camilo iba mas allá que acuerdos entre los líderes de organizaciones de izquierda. Abanderó, mas bien, la unidad de los sectores y las bases mas empobrecidas, los mas humildes, los trabajadores el pueblo que sufren la exclusión día a día; en la posibilidad de ser con otros, esto no se logra sin antes entender su realidad. Hoy el momento requiere estar a la altura de comprender la realidad del movimiento popular y de no vacilar en nuestras ideas de revolución, antiimperialismo y por el socialismo. No desfallecer ni abandonar la batalla de ideas, pues todos los días se impone la resignación, apatía y la sumisión como ideología frente a la barbarie del capitalismo. No queda sino insistir en el objetivo de llegar a las bases, a los sectores mas humildes y empobrecidos, de continuar con la tarea pedagógica y educadora, de la investigación y la formación de hombres y mujeres nuevas armados de amor eficaz para enfrentar los momentos difíciles y conseguir nuevas victorias.


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