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«La construcción de una nueva civilización que supere la barbarie de la actual, construida y regida por los designios del capital es el nudo articulador de los procesos de cambio sociales en curso. Ello requiere poner fin al poder del capital, a su lógica de funcionamiento, y a sus mecanismos de producción y preproducción de su hegemonía de dominación y sometimiento. ¿Es posible? Obviamente, a cada instante los tentáculos ideológicos del poder buscan mecanismos para acuñar el NO como única respuesta».

La crisis de salud y economía a raíz de la coyuntura ha generado y evidenciado que el Gobierno y su sistema neoliberal no tiene la suficiente solvencia para generar garantías de vida digna para el pueblo. Pues no solo sus soluciones no ayudan a la gran mayoría de la población sino que sigue impulsando desenlaces guerreristas y de represión. Sin embargo, si las exigencias que ha presentado el PUEBLO históricamente, se cumplieran, el panorama sería diferente.

La población colombiana que en su gran mayoría depende del trabajo informal en este momento no tiene manera de conseguir su sustento por las medidas de aislamiento obligatorio. A esto le sumamos, que entre las soluciones que presenta el Gobierno se encuentran el pago de matrículas por cuotas en las Instituciones de Educación Superior (IES), la extensión de plazo en las deudas y pagos de servicios públicos, el pico y cédula, pico y género, etc.

Un sin número de respuestas que han sido solo la cara visible de esta pandemia, mientras que por otro lado el Gobierno reprime al pueblo con el ESMAD e invierte cantidades altísimas en la compra de tanquetas y armamento para estos. Apoya el movimiento de tropas estadounidenses, impulsa tutoriales de cómo hacer tapabocas (como si la gente tuviera tan siquiera para tela de insumo)… y la lista sigue. Niega la corrupción detrás de las ‘ayudas solidarias’ con registros de cédula inexistentes que tienen asignados nombres incoherentes en las bases de datos del ICETEX y hasta de la Registraduría.

En efecto, las organizaciones sociales en medio de esta pandemia buscan bajo todas sus capacidades seguir cumpliendo su compromiso con el pueblo, materializando la consigna “el pueblo salva al pueblo”. Nuestros principios de colectivismo y solidaridad entre pueblos, son los que hoy nos están salvando y lo seguirán haciendo con o sin pandemia. La construcción del poder popular sigue avanzando, entendiéndolo como el que «se construye en aras de la superación del capitalismo no es un “contrapoder” ni un “antipoder”; es otro tipo de poder, sobre bases diferentes a las del capital. Su creación y construcción se origina en la raíz, tradicionalmente denominada “estructura”, y desde allí va abriendoy transitando caminos de gestación y afianzamiento de nuevos valores y relaciones sociales». En ese sentido, algunos filósofos han planteado que esta pandemia puede ser el comienzo de una reinvención del comunismo. Y otros que será el comienzo de una arremetida neoliberal. Aunque como clase popular tendremos que prepararnos para cualquier panorama; nuestra convicción y compromiso es y ha sido con la gente.

Las masas organizadas aprovechan este tiempo para formarse en afinar su estrategia, aunque el panorama es de incertidumbre. Desde los diferentes frentes de lucha, nos estaremos preparando en los sindicatos, organizaciones sociales y estudiantiles, organizaciones armadas y de acción directa.

Es momento de agudizar el paso a nuestra estrategia, el sistema neoliberal y capital que siempre ha estado en crisis, logrará seguir desangrando al pueblo si no actuamos más determinadamente. Es evidente cómo la represión en ciudades como Bogotá, el despilfarro del presupuesto de la nación en armamento y la virtualización de la educación, son muestra de que este sistema adecúa nuevas formas para persistir su existencia. Es tarea nuestra también reinventarnos.

Acciones de solidaridad entre vecinos, en las casas de cada una, seguirán adelantando; pero también es momento de adelantar la ofensiva. Buscar mecanismos de defensa en los territorios donde está la fuerza pública con el ESMAD y mecanismos de seguridad informática en nuestras masas organizadas.

Esto en el orden de que siempre hemos sido las y los atacados. Sin embargo, parte de transformar en este momento la relación de poder con el enemigo, es saber que también debemos atacar. El dilema por el hambre es real y no tiene espera, y como la solidaridad también se expresa en el apoyo y defensa de las luchas de la gente, estaremos ahí para todas las veces que se emprendan acciones de recuperación contra el capital. Imprimiendo incluso el carácter político a estos hechos, para que no sea simplemente quitar a unos para dar a otros, sino que se comprenda que ante el hambre y la nula respuesta del Estado que debe ser garante y ante la imposibilidad por un lado práctica, de responder nosotros a todas las necesidades del bloque popular -pues no contamos con los recursos para ello – y por otro ideológica de hacerlo, pues no le ayudaremos al capitalismo a contener la digna rabia que se debe desbordar, siendo solamente asistencialistas. La respuesta en estas condiciones está en la acción de redistribución para quienes más necesitamos y que debe salir de aquellos que más les sobra: los grandes conglomerados económicos.

¿Cómo? Desde una acción organizada de recuperación de comida para las personas a supermercados de grandes conglomerados, hasta la tributación que debe obligarse para aquellas grandes empresas y sujetos que día a día han explotado nuestras riquezas y a nuestra gente.

La tarea que nos deja Lenin en el ‘¿Qué hacer?’ es clara y vigente: REUNIR, ORGANIZAR Y MOVILIZAR. Es tarea nuestra movilizarnos y avanzar en la construcción del poder popular.


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