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En estas primeras semanas del 2019, el Gobierno de Duque y Uribe, sigue escalando el conflicto interno y la agresión contra Venezuela, en cumplimiento de los dictados de Donald Trump; con lo que toman distancia de las soluciones políticas y diplomáticas, además de desconocer cada vez más los avances del proceso de Paz de Colombia.

En los meses pasados, varios analistas expresaban que en las cuestiones relativas a la paz interna, Duque se movía dentro de cierta ambigüedad, y no se estaba rigiendo del todo por las posiciones que han caracterizado a los seguidores del ex presidente Uribe. Pero con los hechos de estas primeras semanas del 2109, esa dudas se van disipando. El Gobierno en cabeza de Duque, le esta dando la espalda a cualquier intento de paz interna y en la región, además de desarrollar una política económica y social de extrema derecha.

El 6 de febrero, en Tolemaida, la Base militar más grande de Colombia, el Presidente dio a conocer su Política de Seguridad y Defensa, que es una reedición de la de Seguridad Democrática, aplicada por   Uribe entre el 2002 y 2010.

Duque hace suyo el trasnochado concepto de Uribe, sobre que en Colombia, no existe un conflicto armado interno y por tanto la guerrilla revolucionaria, somos una banda más, que debemos someternos a su justicia. Lo anterior lo reiteró con la selección de Darío Acevedo, para la dirección del Centro de Memoria Histórica, personaje que niega la existencia del conflicto interno y de las guerrillas.

Uribe y Duque niegan la existencia del Ejército de Liberación Nacional como parte del conflicto,  para negar el proceso de solución política, que venia en marcha con el ELN desde el Gobierno anterior; pero a su vez ellos insisten en colocar prerrequisitos y exigencias previas, para el reinicio de un diálogo de paz, que ya los había suprimido el Congreso en noviembre del año pasado, al renovar la Ley 418, conocida como la Ley de orden público.

En el Plan de Desarrollo presentado hace dos semanas, este Gobierno desconoce y niega los Acuerdos de Paz suscritos con las FARC al no incorporar fondos adicionales para su implementación; al revivir las Zonas de Rehabilitación y Consolidación del Gobierno de Uribe; al mantener una política agraria contraria a la Reforma rural integral pactada en los Acuerdos de La Habana; y en general, al no asumir en este Plan, nada de los Acuerdos de Paz.

Como dicen titulares de prensa “la paz queda desfinanciada”. Uribe y Duque dejan como letra muerta  el Acto Legislativo 01 del 2016, que ordena los recursos adicionales para la Paz, porque desconocen los Acuerdos firmados como Estado.  Por esta vía van haciendo trizas la paz.

Siguen saliendo a la luz pública varios hechos de escalamiento, oposición y trampas contra los caminos de paz, que realiza la coalición de Gobierno, encabezada por los seguidores del ex presidente Uribe.

A principios de mes, se descubrió que el Gobierno no envió la carta escrita por la Jurisdicción Especial de Paz (JEP), para solicitar a los Estados Unidos, las pruebas contra Santrich, el ex negociador de paz de las FARC; la responsable de esta burda maniobra fue la Ministra de Justicia, pero le echó la culpa de esta pérdida a una empresa de correos. Peor ha sido, que el Proyecto de Ley Estatutaria de la JEP, lo escondieron por varias meses para no darle trámite, entre el presidente del Congreso, el de la Cámara de Representantes y los Secretarios de Duque.

Otra expresión de la polarización e intensificación del conflicto interno, está en el encubrimiento que hace Duque, de los autores del Genocidio en curso contra líderes sociales y Defensores de Derechos Humanos; a lo que suma su negativa a reconocer la existencia misma de tal extermino y plan de persecución.

La meta propuesta en la Agenda de Conversaciones de Paz con el ELN, de “sacar la violencia de la política”, no le interesa a Uribe ni a Duque. No hay que olvidar lo que dijo el Papa Francisco, en su visita al país: hay interesados en sembrar la cizaña del odio y no quieren la reconciliación.

Este Gobierno le suma al escalamiento del conflicto interno, una creciente posición belicista contra la República Bolivariana de Venezuela. Duque la semana pasada en su comparecencia ante Trump, en Washington, asumió con mayor fuerza los planes intervencionistas y de agresión militar contra este hermano pueblo.

El plan de guerra imperialista de Trump, puede contar con peones en la élite gobernante, pero ellos no cuentan con el respaldo de la mayoría del pueblo colombiano, ni con la de muchos pueblos del mundo,  que reclaman el principio de no intervención extranjera y de respeto a las soluciones pacíficas de los problemas internos de cada país.


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