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Imagínese usted una ciudad no muy pequeña, ni de pasos agigantados, pero sí tan grande que le caben preceptos ideológicos de «los años de Upa», de esos que manejan algunas personitas como Alejandro Ordoñez, el ex Procurador General de la Nación y hoy actual Embajador de Colombia ante la OEA. Tan católico y fiel a sus principios como la corrupción que abraza el país; un país que le caben miles de pragmatismos erróneos para quienes los viven, pero tan ciertos para quienes piensan que la Paz no es más que la imagen de una paloma blanca.

Pues sí, no muy lejos de nuestras realidades, imagínese usted como un/a joven estudiante universitario/a que si bien cuenta con estudios, alimentación, una vivienda, familia, amistades; sale a bailar de vez en vez, se divierte un rato y no pasa mayor infortunio constante, ha entendido, con los pasos de los años -que lleva el «crecer»- que el país no es más que el reflejo de un sistema económico y social que se despliega en manos de nuestros gobernantes -sí, nuestros. Aunque nos duela aceptarlo -. 

Por ende, imagínese usted quien entiende la complejidad de esta sociedad, que la estudia constantemente, la lee, la camina, le escribe y la vive, que así como en su momento histórico  y contexto sociopolítico y económico Sandino, Fidel, el Che, Camilo Torres, Carlos Pizarro, y aún más de cerca Gonzalo Bravo Perez (1929), Uriel Gutierrez Restrepo (1954), Omaira Montoya Henao (1977)…, quienes, que tanto usted como yo, leemos de forma crítica la sociedad: hemos decidido apostarle no sólo a la organización social dentro de nuestro sector y territorio de incidencia, en este caso la Universidad pública. Sino también de manera mucho más amplia hemos decidido hacerle frente, resistencia y organización dentro de un proceso- que nos puede parecer «alarmante», puesto que el Estado y su gobierno ha buscado silenciar, enterrar y estigmatizar-, de guerrilla urbana, un proceso que requiere de igual manera un compromiso constante, una serie de principios éticos-políticos firmes, de mujeres, hombres que siempre hemos estado apostándole a la construcción de un movimiento popular, que se manifieste y proponga de la mano de ese bloque popular propuestas de cambio para la vida digna, un proceso que hace parte, como nombré, de las filas de una organización guerrillera urbana, entendiéndola como parte de la lucha social, como una forma de lucha social igual de legítima y fiel a nuestros principios revolucionarios y que no se desliga de las luchas de otros procesos políticos estudiantiles, movimiento sociales, de guardías indígenas, cimarronajes, procesos de comunidades indígenas, afro…

Entendiéndonos en ese lugar, un lugar compartido, colectivo, lleno de energía para el estudio y trabajo, pero así mismo lleno de posibles panópticos sociales como el «Gran Hermano» social que nos vigila constantemente bajo el calor de esta ciudad, de las mass-medias hegemónicos que pretender opacar, deslegitimar, asesinar, con el único objetivo de apagar nuestra llama fervorosa de cambio justo y digno; nos vemos en la tarea, de ocultarnos en este caso no bajo la selva, sino dentro de nuestra ciudad-espacio donde también se vive la violencia social, política y armada-y momentos cotidianos ser la semilla y el «germen» de la organización; del estudio riguroso de la política, la ideología y la ética militante. Imagínese usted, de tal forma que vive en aquella ciudad que recreamos en un principio, usted como un/a guerrillero/a urbano/a, ¿Crees qué sería muy distinto el diario vivir?

Tal vez, las mayores diferencias, que se pueden encontrar, es que esta decisión política que hemos tomado se construya y fortalezca en esa complejidad vigilada que es la ciudad, en las fauces mismas del modelo, lo cual debe conllevar mucho trabajo y lectura constante, exige ser riguroso/as conductores/as de la política dentro de nuestros espacios más mínimos y más amplios, nos lleva a ser sujetos/as históricas sin ser detectado/as.

Y si Marx decía que, a mayor desarrollo del capitalismo, éste se va haciendo su propio sepulturero, nosotros/as como guerrilleros/as urbanos/as debemos ser sujetos históricos del gran bloque histórico que permita ser esos que sepultamos al capitalismo. Como decía Gramsci generar la crisis hegemónica para la revolución, ser así mismos intelectuales orgánicos de la clase popular.

Por último y no menos importante, entender que el ser un/a guerrillero/a urbano/a es poner en práctica nuestro más grande amor al cambio social; aplicar los principios de compartimentación, clandestinidad, conspiratividad y compromiso; mirar siempre nuestras espaldas, oler cada uno de los pasos de quienes estén a nuestro lado y de nuestros compas, porque nos hemos entendido en un lugar, «un lugar compartido y colectivo» como se nombró arriba.

Y Sí. ¡Algo sucederá en el calor de esta ciudad!, un estallido de mujeres y hombres que se empiezan a organizar para sacar tanta maleza de este gran jardín de flores rojas.


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