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Por: Gabriela Montoya, Frente de Guerra Urbano Nacional

#SinCienciaNoHayPais #CienciaSinRecorte fueron las consignas que se movieron a propósito del proyecto de presupuesto nacional que propone un recorte de 41% a los recursos destinados para ciencia, tecnología e innovación.

Lo que va corrido del 2017 han sido sin duda meses de visibles reivindicaciones y demandas sociales. Por un lado el gremio de los taxistas, también Fecode, los conflictos medioambientales en las ciudades, la agudización de denuncias sobre la situación carcelaria, la evidente persecución y exterminio a líderes/as sociales. Se trata del auge de miles de colombianos que reclaman una misma demanda: garantía a sus derechos fundamentales y condiciones de equidad y justicia.

Recientemente se suma a esta contestación social, el sector de la ciencia, tecnología e innovación a partir del anuncio del proyecto de presupuesto general de la nación para 2018, radicado en el Congreso, donde se plantea el recorte de 41% para estas áreas del saber.

Que los científicos salgan a las calles y llamen a la movilización, es un hecho sin precedentes y evidencia el claro nivel de incumplimiento del gobierno a las demandas y necesidades del pueblo colombiano, pero sobre todo deja ver dónde ubica éste las prioridades de inversión. Miremos algunas cifras para ilustrar esta reclamación: El presupuesto a 2014 para ciencia, tecnología e innovación en Colombia fue de 414.000 millones de pesos. Un monto que fue reducido a 333.000 millones en 2015. Para 2016 apenas alcanzó los 284.000 millones, y a 2018 según la nueva asignación presupuestal va a tener sólo 222.000 millones.

Juan Manuel Santos se comprometió en 2015 a destinar para estas áreas el 1% del PIB incluso “selló su promesa” con uno de los tantos cheques simbólicos que está acostumbrado a entregar, la realidad es que se invierte sólo el 0,2% del presupuesto nacional. Un futuro poco alentador para la ciencia, sector que nunca ha sido prioritario para los gobiernos de este país.

Este recorte presupuestal proyectado para el próximo año significa dejar de financiar nuevas investigaciones, y la posibilidad de que las que estén en marcha se detengan debido a la falta de recursos. Pero sobre todo significa continuar entregando a manos del sector privado la responsabilidad de la investigación y construcción de conocimiento científico. Si no habría que preguntarse ¿qué se investiga hoy en Colombia?, ¿cuáles son las áreas estratégicas para la financiación de la investigación? y allí aparece claramente la prioridad sobre las líneas extractivistas. Lo que vemos en las acciones del gobierno con respecto a la ciencia es el entreguismo a los intereses del capital, y su indiferencia frente a la importancia de la ciencia para el futuro del país.

La tragedia de los científicos colombianos es similar a la de los deportistas: una constante competencia con profesionales de todo el mundo para ver quién llega primero a la meta, existen centenares de científicos colombianos en diáspora por el mundo, la conocida “fuga de cerebros”. Mientras hoy Colciencias pone a competir desmedidamente a los académicos y científicos con estándares ridículos y poco cumplibles, en simultáneo, se reduce el respaldo a las iniciativas científicas que podrían aportar al bienestar del pueblo colombiano, por ejemplo, curas a enfermedades o innovaciones para mejorar la vida de la gente.

Santos prometió que con los acuerdos de La Habana, se aumentaría el dinero para ciencia y educación, pero ahora vemos todo lo contrario, el presupuesto disminuye mientras que el de defensa aumenta. La segunda asignación más abultada en esa proyección a 2018 es precisamente la del sector defensa (32,4 billones de pesos), es decir, se está proyectando un incremento de 8,2% frente al que se ejecuta en la actualidad que equivale a 29,9 billones.

Llama la atención que en tiempos de paz el gobierno colombiano incremente el presupuesto para defensa, mientras los rubros de educación, cultura y ciencia continúan sin priorizarse. Avanzar entonces hacia la búsqueda de paz completa implica transitar por los senderos de la ciencia y tecnología como sectores importantes y tácticos en la construcción de una nueva nación, en la que el conocimiento esté al servicio y para la dignidad de la clase popular.

La paz no es solamente ausencia de confrontación armada, de ahí la importancia que aparezca la demanda de inversión en ciencia y tecnología como senderos también necesarios de recorrer para avanzar en la búsqueda de la paz.

La ciencia y tecnología subordinadas al modelo. Algunos datos:

En Argentina, el congreso nacional aprobó el proyecto de ley de presupuesto enviado por el presidente Macri que supuso un recorte del 30% en los recursos destinados a ciencia y tecnología con relación a 2015. De esta forma, la inversión en este país pasó del 0,71% en 2016 al 0,59% en 2017.

En España, la inversión en investigación ha caído un 35% desde el año 2009. El porcentaje del PIB que se destina para este fin es del 1,22%, inferior a la media europea establecida en el 2%. Entre 2010 y 2016, España ha perdido más de 10.000 investigadores y 20.000 empresas innovadoras.

En Estados Unidos, Donald Trump anunció un aumento del gasto militar a cambio de recortes del 31% a la Agencia de Protección Ambiental encargada de estudiar el cambio climático.

En todos estos países también se mueven iniciativas de reclamación y exigencia. Enhorabuena que los científicos colombianos rompan su pasividad tradicional y se sumen a las acciones de protesta que se están moviendo a nivel nacional y mundial.


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