Estamos en Colombia ante nuevas realidades políticas y sociales. Que ello sea pasajero o se consolide y tienda a configurar nuevas situaciones, depende de múltiples factores, entre ellos de los caminos de confluencia y de acción, que se perfilen en el bloque alternativo, que hoy se agrupa bajo la candidatura de Petro.
En el terreno electoral, en estas elecciones del 2018, el país se está agrupando en dos opciones políticas claramente diferenciadas, que representan intereses distintos y perspectivas contrapuestas en torno a los anhelos de la paz, cambio y esperanza de muchos colombianos.
Por primera vez, en muchos años, una opción electoral, diferente a la de los partidos oligárquicos y a los que eternamente han gobernado a Colombia, logra pasar a la segunda vuelta. Sumadas las votaciones de Petro, considerado como una opción de izquierda y la de Fajardo, a quién se identifica como una opción de centro, suman 9,4 millones de votos, los que representan casi la mitad de la votación. Vargas Lleras con toda la maquinaria electoral a su favor, apenas logró un 7,3 por ciento. El Partido liberal, un 2,1 por ciento.
Para la segunda vuelta, como era de esperarse, todos los partidos del establecimiento, incluyendo los que supuestamente eran favorables a las salidas de diálogo y paz, están ahora alineados con Duque, el candidato del ex Presidente Uribe. Han quedado en la misma orilla, todas las fuerzas políticas de la oligarquía, el Centro Democrático, el Partido Conservador y Cambio Radical. Pero también, los que supuestamente apoyaban el proceso de paz; el Partido de la U, del Presidente Santos y quien lo creyera, el Partido Liberal, cuyo candidato, Humberto de la Calle, fue el principal negociador de este Gobierno en los acuerdos con las FARC.
En la orilla del cambio, está la fuerza política de Petro, la Colombia Humana, la mayoría del Polo Democrático, importantes sectores de los Verdes y algunos agrupamientos del Partido Liberal. Junto a ellos, también están distintas organizaciones sociales y del campo popular, las que representan intereses y aspiraciones contrarias a las del establecimientoy del régimen actual.
En la segunda vuelta, a realizarse el próximo 17 de junio, la competencia será mucho más desigual que en la primera. Habrá que competir con el establecimiento, con las maquinarías electorales, con los grandes medios de comunicación, con los chorros de dinero de diversas procedencia que llegarán a la campaña de Duque, con la compra de votos, contra el “voto amarrado”, entre otras, de las muchas deformaciones de las elecciones en el país. Pero también con el tradicional y apabullante fraude, típico igualmente del sistema electoral colombiano y que llevó a decir a Camilo Torres, que “el que escruta elige”, y antes a Gaitán, que “la gente vota en el día y después de las 4 de la tarde, lo hace la Registraduría”. Uno de los tantos ejemplos de ello, es lo que ocurrió en días pasados, sobre las enmendaduras a los Formularios E-14 de la Registraduría, con las que alteraron los resultados para favorecer a Duque.
Para esta segunda vuelta hay que seguir librando la batalla para conseguir resultados favorables y propiciar otros caminos para Colombia. Pero aún así, si llegara a ganar Duque, el sólo hecho de competir en esta segunda vuelta, un candidato de la izquierda y de una opción de nuevo país, es una situación altamente positiva. Esta novedad pesará en los próximos años y afectará las dinámicas gobierno-oposición en el próximo cuatrienio.
La oposición, en este caso ya no estará en manos de los mismos partidos tradicionales. Igualmente, a diferencia del pasado, la oposición de izquierda no será raquítica y débil, sino fuerte. Todo ello, siempre y cuando no se esfume, y se consolide la nueva realidad política que está emergiendo de estas elecciones.
Las nuevas fuerzas y en general, las opciones de cambio tendrán que buscar articulaciones, confluencias, acercamientos, entendimientos para lograr una oposición consistente y alternativa. Pero también para combinar las fuerzas y las opciones electorales, con las luchas y las movilizaciones de masas y con las batallas por los caminos de la solución política, la paz y las transformaciones.