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Es bien sabido que la región pacífica es estratégica para los intereses de la oligarquía colombiana y la cantidad de negocios que allí tienen. También es estratégica para el desarrollo del país en función de la soberanía nacional y para las comunidades que habitamos en busca de bienestar y mejoramiento de las condiciones de vida. Estas dos miradas sobre un mismo territorio no son conciliables, puesto que las condiciones de bienestar y soberanía solo podrían ocurrir en un contexto de gobernabilidad del pueblo y no en los gobiernos de élites como el actual, que se han feriado los recursos durante mucho tiempo entre políticos corruptos y grandes industriales nacionales e internacionales.

Buenaventura es la ciudad del Valle del Cauca con más población urbana después de Cali, pero la mayoría de la gente carece de acueducto y alcantarillado; ser el principal puerto del país sobre el pacifico no se traduce en generación de capacidades y desarrollo al interior del territorio, lo que ocurre es un saqueo permanente por parte de los ricos que imponen su poder por medio del dinero y la alta corrupción.

En contraste, existen altos índices de pobreza que sobrepasan el 64%, baja calidad en las viviendas, desnutrición, una mortalidad infantil de ronda los 28 niños por cada mil nacidos vivos, una tasa de desempleo del 18%, 9,1% de personas en la miseria, cobertura de educación de apenas el 22% y otros males sociales por el fracaso de la gestión capitalista. La gran capacidad de dinamización del comercio que tiene la ciudad y el aporte que tiene en la economía nacional solo se queda en cifras para los refinados informes de los técnicos cuando hablan del crecimiento económico, por ejemplo, según el Departamento Nacional de Planeación, el puerto de Buenaventura mueve más de 911.500 contenedores al año, más de 15 millones de toneladas de mercancías, se moviliza el 28% de las importaciones del país y es el séptimo puerto de latinoamérica en movimiento de contenedores. A pesar de que toda esa actividad comercial alcanza a generar alrededor de 5,47 billones de pesos para la gente solo queda el hambre, la muerte y la indignidad.

Es una gran paradoja que ocurre en muchas regiones colombianas y en países enteros donde el imperialismo ha ido a matar, que teniendo tanta riqueza de recursos y potencialidades para el desarrollo, la gente viva en las peores condiciones. La dinámica del capital que impone el dinero sobre la vida debe transformarse por una dinámica del bien común para el disfrute de todos, pero esto es muy difícil que los empresarios y quienes integran el reducido grupo de la élite del país lo entiendan, no accederán a otras propuestas que no sean las que satisfagan su propio deseo de acumular. De ahí que sean las mismas empresas que operan en el puerto de Buenaventura, las mismas que pagan salarios precarios y someten a la gente a condiciones de supervivencia, las que esten detrás de la miseria de la gente.

Así mismo, hay responsabilidad de los gobiernos de turno que han liquidado y privatizado sistematicamente desde el gobierno de Cesar Gaviria los bienes públicos de la ciudad; en el puerto fue emblemática la privatización de Puertos de Colombia y en consecuencia la entrega de la riqueza potencial de la comunidad a los conglomerados económicos, en particular a 12 familias de la burguesía vallecaucana y colombiana dueñas de la Sociedad Portuaria. Algunos de los grupos y empresarios que se benefician a costa del despojo son:

  • TC Buen, multinacional española de quien es representante Camilo Goméz, personaje que fue fórmula vicepresidencial de Martha Lucía Ramirez en 2014.
  • El Grupo Portuario S.A.
  • El Grupo Parody de la familia Parody Décheona, allí está detrás Manuel Isaac Parody Décheona, hermano de la ex-ministra de educación Gina Parody.
  • El grupo Harinera del Valle de la familia Paz Bautista.
    Grupo Ciamsa (Comercializadora internacional de azúcares y mieles) que agrupa a los 12 grandes ingenios azucareros del Valle y que ronda personas como Carlos Mina.
  • Además de otros empresarios alrededor de estos grupos económicos y otros de menor participación que figuran, como lo son Carlos Arcesio Paz, Álvaro Rodriguez, Gabriel Echavarría, Óscar Isaza y otros.

Por eso la salida del pueblo es la organización y la movilización, ejemplos han sido los paros cívicos de 2013 y 2017 donde las mayorías de Buenaventura y el Valle dijeron basta, llegando a acuerdos con el gobierno que hasta el día de hoy no se han cumplido, pues la gente sigue en la misma situación de necesidad. Y mientras eso no cambie la gente volverá y volveremos a las calles junto al pueblo con mas contundencia para inquietar los intereses de quienes se benefician explotando a toda una región.

Elites corruptas y narcoparamilitarismo, la gran maldición

Además de estos padecimientos, existen más problemas que son cómplices de los grandes empresarios y políticos traquetos de este país, el narcotráfico que alcanza niveles internacionales y el paramilitarismo creado por el Estado hace mucho tiempo que, sigue matando líderes de la comunidad y todo aquel que quiera defender los derechos humanos. En su conjunto, las élites, los narcos y los paramilitares son la gran maldición que padecemos en una de las ciudades más importantes de la región pacífica. Desde Chocó y hacia Nariño se extiende ese monstruo con las particularidades del territorio.

Llegan millonarios recursos que se derrochan o se los roban con pequeños proyectos de coyuntura para sacar beneficios individuales, por ejemplo, con 30 billones de pesos en regalías de los últimos años, se han hecho 13.000 proyectos que hoy en día muchos no existen o ni cumplieron los objetivos por la mediocridad con que se invirtieron; en lugar de impulsar el bienestar para la gente del territorio con proyectos de carácter estratégico ¿A caso con 30 billones no se puede construir acueducto y alcantarillado de calidad, escuelas y hospitales? Pero mientras la clase política tradicional siga gobernando eso no va a pasar, porque ellos son expertos en desangrar al país y hacer fiesta con los recursos públicos.

Algunos académicos piensan y recomiendan soluciones por medio del diseño de planes a 20 o 30 años, pero no, la solución para la población de Buenaventura es concreta y si no hubiesen tantos bandidos ocupando cargos públicos, la solución también sería simple. Por ejemplo, que la gente tenga sus necesidades básicas satisfechas, eso es que se tenga alcantarillado y agua potable, que esa dinámica de economía de enclave se acabe, pues tiene a buenaventura como único objeto ser la entrada y salida de las mercancías de los mismos empresarios que luego están envueltos en escándalos de corrupción, que le queden recursos a la región y a la ciudad para invertir de verdad, atendiendo la desnutrición en los niños, buscando soluciones de vivienda en cuanto a calidad y déficit, garantizando la salud y brindando oportunidades reales de educación.

Mientras esto no ocurra, el comité de paro cívico marchará con más firmeza para que nuevamente el pueblo en las calles se haga escuchar y después de tantos intentos, de tantas negociaciones y de tantos incumplimientos de la oligarquía, por fin, como decía nuestro comandante en jefe Camilo Torres Restrepo “No habrá fuerza que pueda detener la potencia de un pueblo que quiere su libertad”, y la oligarquía tendrá que decidir en que forma entrega el poder, de forma pacífica o de forma violenta. En el actual contexto de gobierno oligarquico y guerrerista, la resistencia armada sigue tan vigente en la lucha popular como hace 70 años.


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