Por: Frente Urbano Fernando Velasco Villamizar
«El país en los últimos 30 años ha realizado alrededor de 15 reformas tributarias, un promedio de una cada dos años, muestra de la inestabilidad y la ineficiencia del sistema tributario»
El fracaso de la política económica en Colombia es evidente, los tecnócratas del sistema ocultan sus desaciertos por medio de cifras de poca trascendencia y comparaciones vergonzosas con otras economías, desvían la atención de la situación real del país impulsando matrices de opinión desfavorables respecto a la economía venezolana que no se dirige por los mismos designios de la imperial economía de mercado. La arrogancia y prepotencia de los intelectuales del capitalismo no tiene siquiera respeto por ellos mismos, y los políticos de turno nunca escuchan los numerosos materiales académicos que proponen políticas serias y eficientes en materia económica, pues prefieren escuchar a sus jefes internacionales y condenar al país a la dependencia cruel de la economía gringa que es la más criminal del mundo, teniendo gran capacidad por ser el mayor consumidor del mercado ilegal que genera una de las más altas rentabilidades: el de las drogas.
En primer lugar es necesario aclarar que no es solo un análisis referido a las medidas y situaciones del último gobierno, sino que son una serie de situaciones sucesivas que giran en circulo a través de la historia del país, que se profundizan desde el consenso de Washington impuesto en la década de los noventa. Así, la economía colombiana ha estado supeditada constantemente por condicionamientos dirigidos a partir de organismos internacionales que responden a los intereses estadounidenses y del capital, que en el propósito de mantener la economía estable, la mayoría de la gente pasa condiciones de miseria.
¿Qué significa entonces que la economía sea estable? Significa que la tasa de ganancia de los capitalistas debe mantenerse en los niveles óptimos de su avaricia, es decir, la estabilidad de la economía debe estar del lado del grupo minoritario y acumulador de riqueza que en el mundo significa el 1% de la población.
Uno de los aspectos a tener en cuenta es que parte de esos condicionamientos en el último tiempo, tienen que ver con las pretensiones de la oligarquía de incluir a Colombia en la organización para la cooperación y el desarrollo económico (OCDE), donde se encuentran economías denominadas fuertes y prósperas. Para entrar en ese selecto grupo de élite se deben ajustar medidas en temas como el marco fiscal, que implican los niveles de gasto y endeudamiento interno y externo del país, la inversión extranjera directa y un presupuesto general financiado, entre otros items. Con esto, el país estaría en niveles similares de las economías capitalistas pertenecientes a la OCDE, lo que representa un atentado a la soberanía de los pueblos y la profundización de la dominación económica.
Dentro del marco fiscal establecido para el país desde hace 9 años, que está orientado por medio de la ley de sostenibilidad fiscal (o regla fiscal), se plantean dos objetivos principales:
1. Que el país reduzca el déficit fiscal que tiene, producto de una balanza comercial y una balanza de pagos desfavorable con respecto a las economías con que existen relaciones comerciales y transacciones monetarias.
2. Reducir los niveles de deuda en un horizonte de tiempo de mediano y largo plazo, con indicadores precisos año a año desde el 2012 hasta el año 2022.
De acuerdo con esto, lo que se ha visto y comprobado con los mismos datos del establecimiento durante los años 2012-2017, tras la implementación de la denominada regla fiscal que además tiene una legislación que la blinda como de obligatorio cumplimiento, es todo lo contrario. Ninguno de los dos objetivos se ha cumplido, pues actualmente el país tiene una deuda externa que representa cerca del 43% del PIB cuando deberíamos estar en niveles del 38% y el déficit fiscal se profundiza generando un hueco que le resta capacidad a la economía obligando al país a endeudarse más.
Consecuencia de ello es que el país tiene unos acuerdos comerciales que en la mayoría de los casos son deficitarios y una pérdida en el volumen de las exportaciones que se profundizó al entrar en vigencia el TLC con Estados Unidos, los recientes acuerdos comerciales con países de la OCDE y la búsqueda de conformación de un bloque económico como la Alianza del Pacífico que se hace en contra del proyecto bolivariano impulsado por Hugo Chávez con el objetivo de establecer acuerdos comerciales cooperativos y solidarios en latinoamerica, el ALBA. Además de esto, la economía colombiana tiene una depenencia de más del 60% en exportaciones ligadas al sector de la producción minero-energética exportadora.
Vale la pena cuestionar el papel que juegan los economistas colombianos y los medios de comunicación al tratar de ilegitimar la revolución bolivariana apelando a la crítica económica ¿Será que no pasa lo mismo en nuestro país tras la caída del precio del petróleo en 2014 y tratan de ocultarlo haciéndonos mirar para otro lado?
Las soluciones están a la vista en estudios y documentos serios que lo han demostrado, pero la clase dominante no las aplica porque eso sería afectar sus intereses y los del imperio. El país tiene la capacidad necesaria para iniciar un proceso de diversificación de la matriz exportadora, pero el afán, la imposición y la necesidad de acumulación capitalista no los deja salir del sesgo de la monoproducción. La mayoría de los economistas del Banco de la República y de la Asociación Nacional de Industriales de Colombia (ANDI) lo saben e incluso lo han planteado, es más, en lo inmediato ni siquiera es necesario profundizar en un modelo de industrialización por sustitución de importaciones (Modelo ISI) que propone la corriente crítica del estructuralismo latinoamericano; pero lo único que hacen ministros como Mauricio Cárdenas es seguirse escudando en el año 2014 cuando los precios del petróleo bajaron abruptamente y repetir frasesillas escuetas como que los sectores deben ajustarse el cinturón, «austeridad inteligente» refiriéndose a los consecutivos recortes al gasto social que hacen todos los años, también es experto en dar respuestas descaradas y vergonzosas a los rectores de las 32 universidades públicas cuando le hacen la petición de no recortar el presupuesto de la educación pública, en especial los de ciencia y tecnología, aún cuando el gasto en este monto de los países de la OCDE es muy superior al de Colombia.
La supuesta solución que presentaron fue posicionar una reforma tributaria como lo vienen haciendo desde casi toda la historia económica de Colombia, que engrandecen ante los medios como reformas de carácter estructural cuando son solo de tipo coyuntural, pues la última que fue impuesta al pueblo colombiano en 2016 está demostrando su ineficacia y efectos contractivos para la economía, tanto es la falta de seriedad de los legisladores y hacedores de política económica de este país, que tras la tal reforma tributaria estructural se avecina otra para el 2018. Con esto el país en los últimos 30 años ha realizado alrededor de 15 reformas tributarias, un promedio de una cada dos años, muestra de la inestabilidad y la ineficiencia del sistema tributario, que además de afectar al pueblo con medidas regresivas que profundizan la desigualdad en los ingresos, tambien han sido afectados sectores oligárquicos.
La justificación fue aumentar el recaudo de los ingresos que las rentas petroleras dejaron de aportar, la mayor parte de ese objetivo recayó sobre las mayorías empobrecidas que sufren actualmente el IVA que aumentó del 16% al 19%, mientras el sistema general de participaciones sigue intacto, las regalías son mínimas y las multinacionales que explotan las materias primas siguen obteniendo enormes exenciones dejando pobreza en el país y destrucción de naturaleza. También, sobre la denominada clase media recayó y se vio afectada con la disminución en la escala de los salarios que pagan impuesto a la renta, capa social que en una economía como la colombiana es la que tiene mayor potencial de consumo. Estas medidas se vieron reflejadas causando un impacto negativo en los dos primeros trimestres del año 2017, y segurmente en los informes que restan del Banco de la República y el Ministerio de Hacienda serán muy similares a los anteriores, ya que el consumo se vio desincentivado y los hogares prefirieron recortar de sus canastas muchos bienes por el recorte de su presupuesto familiar que las medidas económicas de la oligarquía provocaron.
Sumado a esto, tras una economía globalizada con carencia de crecimiento, con estancamiento y en muchos casos de recesión, las mismas instituciones como el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional estiman un crecimiento de la economía colombiana de entre el 1,5% y el 1,8% para este año, cifras muy pobres que son consecuencia de lo expuesto anteriormente. Tan compleja es la situación, incluso para la clase dominante, que recientemente hubo un gran debate entre los bancos y los hacedores de política económica respecto a la fijación de la tasa de usura, que por lo demás es muy alta y perjudica los créditos de los consumidores, mientras unos decían que debía fijarse en menos tiempo, los otros proponían dejarla en los plazos ya establecidos, esa medida les permitiría regular los tipos de interés de manera más frecuente para volver a incentivar el consumo que ellos mismos frenaron el año pasado. Así, los mismos capitalistas se ven en una encrucijada y son víctimas de sus propios inventos.
Finalmente, son por estas razones que a los colombianos no les alcanza el salario mínimo para vivir, que los pequeños y medianos productores estén sufriendo pérdidas en la producción agrícola, que los colombianos estamos cada vez más endeudados con el extranjero y el estado internamente, que existe más gente marginada y sin poder acceder a los bienes básicos, que los sectores sociales no avanzan por la mediocre inversión que los políticos proyectan. Y por esas mismas razones los cambios de tipo económico se deben evidenciar en un proyecto político de nación soberana, igualdad social y paz para las mayorías. No tenemos que inventar muchos de esos cambios, para iniciar es necesario empezar a aplicar lo que la oligarquía nunca ha aplicado (esas soluciones que están a la vista en estudios y documentos serios que lo han demostrado) en toda la historia de gobiernos corruptos y que nos han sometido a la dependencia del imperio yanquí.