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Este 15 de abril visita a Colombia el presidente número 45 de los Estados Unidos. No es tan bienvenido, por las amenazas que contra nuestro país hizo en septiembre pasado, por no acatar sus disposiciones sobre lucha anti drogas. Este desagrado con su presencia se lo manifestamos la mayoría de la sociedad colombiana.

No solamente Trump amenaza a los colombianos si no cumplimos las cuotas que pretende imponer, sobre sustitución forzada de cultivos de uso ilícito y represión a las drogas. No hace mucho, en un acto de desprecio racista, a las naciones de África y América de donde parten los emigrantes, las tildó de “países letrina”.

No es con amenazas ni con odio racista, como una potencia de la trayectoria de los EEUU, se relaciona con sus vecinos.

Algunos de sus biógrafos tratan de excusar a Trump, por ser una persona agresiva, irritable y de conducta engañosa; pero el que una persona de este talante haya llegado a gobernar a la potencia del norte, significa que buscaron una solución extrema, para enfrentar el extremo momento de declinación que sufren los EEUU.

Lo inadmisible es que la crisis de los EEUU, la paguemos los demás países, sobretodo sus vecinos de América Latina y el Caribe.

Tradicionalmente, los asesores de los presidentes de los EEUU, les enseñan que, “cualquier amenaza extrema sería más creíble si la persona que amenaza es percibida como no totalmente racional”; precepto que Trump cumple con creces, para todos sus actos de gobierno, no solamente en sus planes de guerra.

Lo que aterra a todo el mundo, es que este presidente de los EEUU, no es que actúe muy bien, sino que efectivamente sea un desquiciado.

Su amenaza de esta semana fue contra los países centroamericanos, por donde pasan los emigrados hacia los EEUU. La Relatora sobre la niñez de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, tuvo que recordarle a Trump, que gracias a estos migrantes se debe gran parte del desarrollo de Norteamérica, y que sus amenazas encierran discriminación, odio y violencia.

Para completar las bravuconadas, acaba de enviar tropas a la frontera con México, no solo para impedir la entrada de migrantes, sino para advertir al candidato presidencial López Obrador, quien va adelante en las encuestas y rechaza la locura violenta de Trump.

Es de sentido común que los problemas sociales no se resuelven con medidas represivas, y que las diferencias políticas entre países se resuelven por vías de negociación y diálogo.

Ojalá los EEUU demuestren racionalidad suficiente para reconocer que su guerra anti drogas fracasó, y que hay que buscarle un reemplazo. Es de esperar que la primera reserva de petróleo del mundo, que está en Venezuela, no la van a controlar con una guerra, que arrastre a los demás países de la región. Y ojalá se acuerden, que una opción de convivencia, es que busquen ser un buen vecino para el resto de naciones de América.


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