Por: Bernardo Laín
«Voz: Oh, solo es violencia cuando el pobre exige que le devuelvan su ojo o su diente. Pero ¿qué sucede cuando los señores del robo y el hurto arrancan los ojos de los pobres con palos o laceran sus cuerpos con látigos? ¿Qué sucede cuando rompen los dientes de los trabajadores y campesinos con la culata de un rifle? ¿No es eso violencia? Esa es la razón por la que los señores del robo y el hurto vivirán todas sus vidas a costa de los millones de trabajadores y campesinos.» El Diablo en la Cruz, Ngugi Wa Thiongo,1998.
Los elenos y elenas somos por convicción y compromiso amantes de la paz. Nuestra máxima aspiración a la vida digna y la justicia social no riñe en ningún sentido con el anhelo más supremo de vivir en paz. Sin embargo, el oprobio, la desidia y la represión constante de las minorías sobre las mayorías, ha ocasionado nuestra respuesta contundente, decidida y revolucionaria de defender la vida y de transformar la ecuación de la desigualdad y la muerte.
La oligarquía colombiana, quizás la minoría gobernante más violenta del continente, encontró en la violencia la formula perfecta para la explotación y la exclusión de las mayorías, en otras palabras, para la acumulación sin límite. Su democracia representativa no son más que baratos perfumes que supone ocultar la podredumbre de su régimen. Simples fragancias que no logran solapar los malos olores de sus intereses de robo y despojo.
La vigencia de la lucha armada, esta más que presente en la conciencia de las mayorías, los asesinatos selectivos, sistemáticos y organizados contra la enorme masa de empobrecidos y los ejemplos dignos de hombres y mujeres que se oponen a sus intereses están presentes como semillas de libertad en la conciencia colectiva de los trabajadores, campesinos y pobladores urbanos. Desde Manuela Beltrán, José Antonio Galán, -el movimiento Comunero- hasta Jorge Eliécer Gaitán -el movimiento popular gaitanista-, entre otros, el pueblo ha librado grandes luchas por los cambios que traigan libertad y bienestar a las mayorías, desafiando la dominación oligárquica. Y la respuesta durante toda la historia siempre ha sido la misma, los señores del hurto y el robo han querido aniquilar y sofocar todo foco de resistencia y cambio por cualquier medio posible, incluyendo pactos con el pueblo organizado para luego traicionar lo pactado.
Así, la lección histórica esta dada, la organización y la lucha del pueblo es lo único que nos salvará de las manos asesinas de los oligarcas, pues bien es sabido que la alianza narcoparamilitar con la oligarquía colombiana, la famosa maquinaria electoral, se engrasa perfectamente cada cuatro años, para que a través de las armas asesinas, el chantaje y la extorsión se hagan con los puestos de gobierno local y nacional. Las luchas actuales y por venir anuncian los cambios estructurales por los que dió la vida Maria Cano, Camilo Torres y tantos otrxs guerrerxs de la dignidad y de las masas populares.
Le opción de cambio, el futuro de libertad, solo será logrado por el pueblo organizado, esforzado y valiente. Y allí estaremos las elenas y elenos aportando nuestros esfuerzos, ejerciendo la justa lucha armada revolucionaria del pueblo, aportando a invertir la formula: abajo los de arriba y arriba los de abajo.
La voluntad de Dialogo y Negociación siempre estará abierta como una opción para los rebeldes. Empero, no sera una imposición de pacificación como lo ha pretendido hasta el momento el régimen sino el producto de un gran dialogo y conversación de todos los sectores con voluntad de paz. Esto sera posible, si nos seguimos sumando, multiplicando y amplificando las voces de los amantes de la paz, en barrios y veredas, organizando el poder del pueblo y librando las nuevas batallas que han puesto a temblar a la oligarquía colombiana este mes.