El estado de defraudación en que medran el Gobierno y las élites dominantes obliga a amplios sectores de la sociedad colombiana a recurrir al paro y a los hechos de presión, para que los escuchen y les cumplan los Acuerdos. ¿Son vías de hecho las interminables defraudaciones de la élite gobernante? ¿O lo son las presiones que la gente hace para exigir que les cumplan?
El reclamo central de la actual Minga o movilización de indígenas y campesinos es precisamente que les cumplan lo pactado en movilizaciones anteriores, en las cuales también debieron recurrir al paro y a las presiones hacia el Gobierno.
Los sectores participantes en esta Minga desde hacia varios meses venían haciendo reclamos a las buenas al Gobierno de Duque sin que les prestara atención; cansados de ello, ahora recurren a la movilización, las concentraciones y los bloqueos.
Igual ocurrió el año pasado, cuando los estudiantes gracias al Paro y a las multitudinarias concentraciones realizadas consiguieron arrebatarle al Gobierno una mesa nacional de negociación y unas partidas económicas.
Por su parte los campesinos realizaron los Paros Agrarios de 2013 y 2014, con los que obligaron al Gobierno a dialogar con ellos y a que les formulara una nueva lista de promesas; luego debieron realizar el Paro de 2016 para exigir el cumplimiento de lo acordado en el Paro de 2014.
La Cumbre Agraria y otras organizaciones del campo tampoco han sido atendidas por el Gobierno, quien se niega a reunir la Mesa Única Nacional pactada en 2014. Éste desprecio de Duque lleva a diversas organizaciones campesinas y de trabajadores a prepararse para participar en el Paro Nacional convocado para este 25 de abril.
La Minga sólo está pidiendo al Presidente que acuda al diálogo y cumpla lo que ya está acordado; pero este Gobierno no es amigo del diálogo, sino de la mano dura adornada con leguleyadas.
Tres semanas después de iniciada La Minga en el Cauca, Nariño y Tolima, sólo han recibido del Gobierno represión, estigmatización y mentiras en su contra. A pesar de esta ofensiva gubernamental, desde otras regiones del país nuevos grupos y comunidades indígenas, se siguen vinculado a la protesta.
En La Delfina sobre la carretera entre Cali y Buenaventura están concentrados 5.000 indígenas provenientes de los Departamentos de Antioquia, Valle, Risaralda, Quindío y Chocó.
También hay concentraciones de las etnias Ingas y Quillacingas, en el Valle de Sibundoy, sobre la carretera que comunica a Putumayo con Nariño.
En el Departamento del Tolima, más de 2.000 indígenas Pijaos y Nasas, mantienen bloqueos intermitentes en La Molana, del municipio Natagaima, sobre la vía que une ese territorio con Huila, Caquetá y Putumayo.
En Boyacá, cientos de integrantes de la etnia U’wa están concentrados en Cedeño, en cercanías del Yacimiento productor de gas de Gilbraltar.
En el Departamento de Nariño, el pueblo Awá organizado en UNIPA y CAMAWARI está en Asamblea Permanente en El Verde municipio de Barbacoas y en el municipio de Ricaurte.
Los campesinos caucanos que estaban al lado de la autopista Panamericana, quienes fueron duramente reprimidos en varias ocasiones en las 3 semanas anteriores se trasladaron al Parque Carlos Albán de Popayán, después que la policía militarizada del ESMAD les impidiera el ingreso al centro de la ciudad.
La tozudez de Duque y Uribe, están convirtiendo esta Minga en un pulso gubernamental con las organizaciones populares y los sectores progresistas; porque el Gobierno del Centro Democrático persigue desgastar y doblegar la movilización y el ascenso de la lucha social.
La élite dominante mantiene una política de “pactar e incumplir” que aplica a todo lo que toca. Para muestra está la negación y la perfidia en curso contra los Protocolos pactados con el Ejército de Liberación Nacional; junto al gravísimo incumplimiento a los Acuerdos de Paz, perpetrado una vez que las FARC se desmovilizaron y entregaron sus armas.
Está por verse si el Gobierno sigue con su vía represiva y de trato de guerra contra la protesta social, haciendo a un lado una oportunidad de dialogar y dar una solución política a expresiones del conflicto colombiano, como esta Minga indígena.
El pulso con la Minga concierne al conjunto del movimiento social y a las fuerzas que están por la paz y la democratización de Colombia, quienes acompañan y le dan solidaridad desde los sectores agrarios y centros urbanos.