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En los últimos meses, en el marco de la campaña para las elecciones presidenciales, se ha configurado una nueva realidad en el contexto político del país. De manera sorpresiva, por fuera de todos los cálculos que se tenían hasta finalizar el 2017, ha venido tomando fuerza y generando entusiasmo en sectores tradicionalmente abstencionistas, una opción electoral que está marcando diferencias con el enfoque tradicional de la oligarquíay que proyecta cambios para Colombia.

Eso es lo nuevo del momento y lo que está alterando la tradicional situación política electoral, que ha dominado en Colombia, desde los tiempos de Gaitán, con dos excepciones que por distintas razones no lograron configurar o estabilizar un nuevo gobierno en el país. La primera ocurrió en 1970, cuando las clases dominantes, le robaron las elecciones a la Alianza Nacional Popular (Anapo). La segunda fue en 2006, cuando el maestro Carlos Gaviria Díaz con el Polo y como expresión de la izquierda, logró la segunda votación frente a Álvaro Uribe, alcanzando un 23 por ciento del total de la votación.

La emergencia de una fuerza distante de la política tradicional, es un panorama positivo que expresa nuevas realidades, que alientan al pueblo colombiano y a todos los sectores, que están por los cambios y la paz en Colombia, a comprometerse y fortalecerlo.

Es en este contexto, en medio de la hostilidad y los ataques del Gobierno de los Estados Unidos, el Fiscal general, Vargas Lleras e Iván Duque, contra el proceso de paz; que en pocos días, en una nueva sede, está acordado dar continuidad al Quinto ciclo de los diálogos, entre el Gobierno de Santos y el Ejército de Liberación Nacional.

Asistiremos a la continuación de este Quinto ciclo, con la firme decisión de lograr a la mayor brevedad, un acuerdo sobre el nuevo cese al fuego bilateral, temporal y nacional; como un aporte para fortalecer a quienes están hoy en favor de la paz, y para acrecentar la esperanza en la lucha por los cambios, además de mejorar la situación humanitaria de la población.

Tenemos igualmente, la disposición de buscar un acuerdo para cesar temporalmente las acciones contra la infraestructura petrolera; mientras se desarrolla un diálogo nacional minero-energético y ambiental, pluralista y de amplia participación social, que delinee nuevas políticas y derroteros en los caminos a seguir en Colombia en este campo.

Estamos también, por lograr un acuerdo en torno al diseño global del punto uno de la agenda, sobre “participación de la sociedad en la construcción de la paz”, lo que estamos en mora de concretar, tomando como referencia las conclusiones de las Audiencias Preparatorias; y a que una vez acordado ese diseño, pongamos en marcha el proceso de participación, antes del 7 de agosto.

A los ganadores de las elecciones presidenciales, les queda el reto de lograr la paz, como máximo objetivo de su gobierno.

Convocamos a todos los sectores que siguen comprometidos con salidas de paz y cambios, a confluir, a unir fuerzas y a multiplicar los esfuerzos y la actividad para abrirle paso a las nuevas realidades que empiezan a emerger; para enfrentar a los sectores ultraderechistas, encabezados por Uribe Vélez y Vargas Lleras, y contribuir a lograr un futuro de las mayorías nacionales, la soberanía, los cambios y la paz.


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